Época: Palestina
Inicio: Año 1250 A. C.
Fin: Año 750 D.C.

Antecedente:
El arte de Palestina

(C) Federico Lara Peinado y Joaquín Córdoba Zoilo



Comentario

Hacia el 1250 a. C., con la llegada primero de los hebreos y la de los filisteos (los "peleshet" de los Pueblos del Mar) después, el país sufrió la desaparición de numerosas ciudades cananeas y a la postre la de su civilización. Los hebreos, guiados por sus "jueces", iniciaron el gobierno del país bajo los planteamientos de una sencilla civilización que naturalmente carecía de sensibilidad artística; sin embargo, pronto aceptaron lo cananeo anterior, aunque dándole una clara impronta fenicia, que se dejó sentir profundamente.
Saúl (1040-1010 a. C.), primer rey del Estado palestino, construyó en Gabaa, la primera capital del reino, un palacio fortificado, identificado por W. F. Albright en Tell el-Ful. Sin embargo, David (1042-972 a. C.) prefirió Jerusalén como capitalidad, lugar que fortificó adecuadamente y en el que construyó su propio palacio, aún no localizado. El rey de Tiro le envió, según relata la Biblia, maderas, carpinteros y canteros para su realización. Tampoco nos ha llegado nada de las construcciones de Salomón (970-931 a. C.), que conocemos por la Biblia. Según esta fuente, su palacio, cuya edificación duró 13 años, estuvo al lado del Templo de Yahweh, sobre el mismo terraplén. De acuerdo con lo transmitido por el "Libro de los Reyes" (I Rey. VII, 1-12), este edificio palatino contó con cuatro series de elementos: la Casa del bosque del Líbano -nombre tomado por sus 45 columnas de cedro-, a modo de sala hipóstila (55 por 27,50 m; altura, 16); un vestíbulo de espera, precedido de un pórtico con columnas y gradas; el Salón del trono -donde juzgaba desde su trono de marfil-, con paredes recubiertas con planchas de cedro, y, finalmente, los apartamentos privados del rey y de la reina y el harem real.

La construcción más importante fue, sin embargo, el Templo de Yahweh, levantado con materiales y operarios facilitados por Hiram, rey de Tiro, en la colina nordeste de Jerusalén, ocupada en la actualidad por la Mezquita de Omar, colina de larga tradición teofánica. Dicho templo (36,50 por 11 m; altura, 17) era en realidad un gran santuario, en cuya puerta existían dos columnas huecas de bronce de 9,90 m de altura y 2 de diámetro, llamadas Yakin y Bo´az. La estructura del santuario constaba de tres partes: el vestíbulo o "ulam" (5,50 por 11 por 16,50 m), el santo o "hekal" (22 por 11 por 16,50 m) y el santísimo o "debir", reservado exclusivamente al sumo sacerdote. Por los lados se hallaban adosadas otras dependencias secundarias.

En su interior se guardaba el Arca de la Alianza, custodiada por dos magníficos querubines de madera revestida de lámina de oro. En el patio anterior del templo se hallaba el altar de los holocaustos (har´el) y el llamado mar de bronce, recipiente con capacidad para 787 hectólitros de agua destinada a las purificaciones rituales.

Entre las residencias provinciales de esta época de unificación política del país hay que fijarse nuevamente en Megiddo. Allí (nivel IV B) se levantó una construcción que ha recibido el nombre de Palacio, aunque no gobernase en ella ningún rey independiente. La misma, sede de algún gobernador, rodeada por un muro con pilares de piedra de excelente aparejo, entre paños de mampostería, cubría una superficie considerable (23 por 21,50 m). Contaba con un patio central sobre el que se abría un edificio de dos pisos coronados por una torre. Una de sus instalaciones era remarcable: las llamadas cuadras de Salomón (55 por 22,50 m), descubiertas por P. L. O Guy, y capaces de albergar un considerable número de caballos. Megiddo contaba todavía con otra extraordinaria obra de ingeniería: el pozo de agua subterráneo y el subsiguiente túnel hasta el manantial de abastecimiento, para lo cual se hubo de excavar profundas y largas galerías.

A partir del año 931 a. C. se produjo la división del reino palestino en dos dinastías que se repartieron el territorio (Israel y Judá). En el reino de Judá, al sur, la ciudad de Jerusalén apenas sufrió modificaciones. Algunas citas bíblicas aluden a pequeñas reformas en el Palacio de Salomón, pero la realidad es que se ignora todo lo relacionado con las actividades arquitectónicas. En cambio, en el norte, en el reino de Israel, sus reyes tuvieron que improvisar incluso la capital -cuya situación se ignora- estableciéndose, pasados unos años, en Samaría.

Jeroboam I (931-910 a. C.) se instaló en Siquem (Tell Balatah), pero en tal enclave las excavaciones no han localizado lo que pudiera haber sido palacio real; luego pasó a Penu'el (Transjordania) y, finalmente, optó por Tirsah, enclave que fue identificado por R. de Vaux -siguiendo una teoría de W. F. Albright- con Tell el-Fara'ah, cerca de Nablus. Allí se ha descubierto una importante construcción que parece no se acabó de edificar del todo. Esa circunstancia ha hecho pensar en que sus sucesores abandonaron el lugar. Sea como fuere, con Omrí (885-874 a. C.) la residencia real se situó en Samaría (I Rey. XVI, 23-24), lugar en el cual el propio rey adquirió una colina sobre la que levantó un edificio palacial, construido por operarios fenicios, pero siguiendo trazas asirias. Esta ciudad fue también capital con Acab (871-851 a. C.) y con Jeroboam II (793-753), quienes ampliaron el palacio, añadiendo en él sus propios aposentos. Acab rodeó el recinto con una muralla con casamatas, levantando en el ángulo sudeste una potente torre-vigía cuadrangular; por el sector occidental, Jeroboam II levantó otra, pero de planta circular, a fin de proteger sus dependencias, situadas en aquel sector.

También en Yizre'el existió una residencia real, tal vez Palacio de invierno de los reyes de Israel.